
- Nacionalidad: Francia 2008
- Título original: Entre les murs
- Dirección: Laurent Cantet.
- Guión: Laurent Cantet, François Bégaudeau y Robin Campillo; basado en la novela de François Bégaudeau.
- Producción: Carole Scotta, Caroline Benjo, Barbara Letellier y Simon Arnal.
- Fotografía: Pierre Milon, Catherine Pujol y Georgi Lazarevski.
- Reparto: François Bégaudeau, Vincent Caire, Olivier Dupeyron, Patrick Dureuil, Frédéric Faujas, Laura Baquela, Juliette Demaille, Dalla Doucoure, Esméralda Ouertani, Franck Keïta, Wei Huang.
- Duración: 128 min.
En el espacio acotado entre los muros de la escuela se sitúa esta historia, que pretende ser una radiografía de la sociedad francesa. Con la presencia multirracial de los alumnos de un suburbio francés y el entramado de relaciones establecidas entre ellos y los profesores se traza este reflejo y a la vez crítica de una problemática contemporánea. Todo ello, se envuelve en un lenguaje documental, convirtiendo la película en una especie de documento testimonial de cierta realidad.
Una mirada contemporánea
La película es una adaptación de un libro de François Bégaudeau de nombre homónimo que versa sobre la actividad de un instituto en un año lectivo. Él autor es coguionista del filme. Según cuentan los propios guionistas se trató de un proceso de adaptación libre, tomando los personajes que les interesaban y algunas situaciones a partir de las cuales desarrollaron el resto de los conflictos.
Para la elección de los alumnos que componen la clase se organizaron una serie de talleres en el instituto Françoise Dolto a los que asistieron de manera voluntaria unos 50 escolares. Al finalizar con estos talleres permanecieron en el proyecto los jóvenes que asistieron el año completo. Trabajando con ellos y a partir de su propia personalidad se acabaron de moldear los personajes. Los profesores también son docentes del centro, así como los padres de los alumnos, que se representan, o mejor se presentan, a sí mismos.
La historia se sitúa en
Los personajes y la metáfora
Aunque las comparaciones siempre son odiosas no puedo dejar de traer a la memoria películas como Mentes peligrosas o El club de los poetas muertos. Las similitudes son evidentes: el grueso de la trama gira en torno a la relación de una serie de adolescentes, de los suburbios en el primer caso y de un refinado colegio privado en el segundo, con su profesor. Pero las diferencias son aún mayores. En estas dos citadas películas los profesores cuentan con una suerte de poder mágico para hipnotizar a sus alumnos y transmitirles la pasión por lo que enseñan o la importancia de estudiar para tener una vida mejor. Ambos dejan una huella imborrable en sus alumnos. Este no es el caso de
Ese plano de la metáfora, de lo que se quiere contar, plantea varias cuestiones. Una de ellas es la convivencia de diferentes razas y culturas en la misma sociedad, en el mismo microespacio de la clase. Se produce el enfrentamiento de las diferentes visiones que cada uno, influenciado por sus raíces, tiene del mundo. Por ejemplo cuando uno de los alumnos intenta explicar por qué se siente avergonzado de comer con la madre de su amigo, ni siquiera el profesor es capaz de entenderlo. Otro tema planteado es cómo nos define la forma de vestirnos o la forma en que hablamos. Que la asignatura que da Marin, el tutor de esta clase, sea lengua francesa no es casualidad. El profesor repite constantemente durante el transcurso de la historia la importancia que tiene saber emplear diversos registros en las diferentes situaciones cotidianas o profesionales con las que nos encontremos: del coloquial al escrito más ortodoxo. La postura del tutor parece ser que el lenguaje nos conforma, nos construye como personas y cuanto mayor sea nuestro conocimiento de éste mejores personas seremos, en el sentido de más cultas, instruidas. El lenguaje es vital para la vida. Los alumnos no creen que sea necesario. Le preguntan que sentido tiene estudiar los tiempos verbales subjuntivos si no se usan. Los alumnos no ven la utilidad práctica de aprender francés más allá que para emplearlo en la conversaciones día a día con los padres y los amigos. Pero el lenguaje nos construye no sólo como personas, la cultura y la sociedad está mediada por la lengua. Su conocimiento nos ayuda a enfrentarnos mejor a ella.
La ficción documental
Todas estas cuestiones se plantean bajo herramientas documentales. La ficción toma aspecto de realidad por el empleo de ciertas técnicas.
Una de las primeras cosas que percibimos es que la totalidad de la realización se lleva a cabo cámara al hombro, con continuos tirones de zoom para abrir o cerrar plano. La mayor parte de los planos son primeros o medios, con muy pocos generales. Esta característica se emplea para acercarnos a los personajes y dejarnos ver sus gestos, para que transmitan con la mirada o la expresión. En realización a ello la actuación está más cerca de ser una presentación que una representación. Como dije más arriba los personajes de los alumnos tienen mucho de los jóvenes que los interpretan, pero el tutor, François Bégaudeau -escritor del libro original y co-guionista- se interpreta a sí mismo. Esto se percibe en la naturalidad de la actuación y la fluidez de la interpretación porque apenas existen. Esta naturalidad también se genera por la ausencia de música en toda la película y el empleo de una luz, que si no es natural completamente sí que pretende serlo y con buenos resultados.
La intervención externa pretende ser reducida al mínimo. Hay escenas en que se evidencia la planificación, sobretodo un par de ellas en el transcurso de una clase en que los alumnos hablan interrumpiéndose unos a otros, pero lo hacen de tal forma que dejan escuchar lo importante del parlamento de los otros antes de que se produzca la interrupción.
El “espacio off” o la historia que no vemos es también fundamental en la película. Me refiero a lo que les sucede, sobretodo a los alumnos, en su vida diaria al margen del colegio. La cámara nunca abandona este microespacio que se erige, además de cómo símbolo de la sociedad, como representación de la autoridad, de las instituciones que deben formarnos, proporcionarnos bienestar y protección. Aquí se nos presenta sólo un plano de la vida de los alumnos, pero este espacio protegido “entre los muros” no está aislado del mundo. La situación exterior le afecta, y por tanto las posibles soluciones a los problemas que aquí se dan no son reales, porque no se contempla la situación en su totalidad. Desde lo local no se mejora lo global y desde el colegio no se forma una persona completa.
A lo largo de la historia la emoción surge de los conflictos que se plantean y de los mecanismos que se emplean para representarlos, llegando a los espectadores con cierto halo de realidad debido a las fuentes documentales pero con bastante presencia ficcional. En pocos momentos se nos olvida que estamos viendo una película con forma documental que quiere ser una radiografía de la contemporaneidad francesa.
El final de la historia transmite cierta sensación de estructura circular. Los dos últimos planos, de los pocos generales, presentan las aulas vacías mientras se escucha el sonido que sube del patio. Después de todo un curso escolar de esfuerzo por parte de los profesores por ayudar a los alumnos más allá de memorizar la temática correspondiente, el verano llega para borrar cualquier progreso que se haya conseguido, de tal forma que si La clase fuera realmente un documental y tuviera segunda parte, al año siguiente partiría de la misma situación para terminar de la misma forma.

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