miércoles, 17 de junio de 2009

El SuR

Nacionalidad: España/Francia
Dirección: Víctor Erice
Argumento y guión: Víctor Erice a partir de un relato corto de Adelaida García Morales
Fotografía: Jose Luis Alcaine
Intérpretes: Omero Antonutti (Agustín), Sonsoles Aranguren (Estrella, 8 años), Icíar Bollaín (Estrella, 15 años), María Massip (Estrella adulta, voz en off), Lola Cardona (Julia), Rafaela Aparicio (Milagros)
Producción: Elías Querejeta, P.C., TVE y Chloe Productions.
Duración: 93 minutos


El viaje iniciático de Erice.

El sur se presenta como un compendio de instantes enlazados a través de la azarosa memoria de su protagonista, Estrella. La película adquiere forma de flashback y estructura circular al terminar en el mismo momento en el que empieza. Durante el trayecto que se nos plantea, asistimos al viaje iniciático hacia la madurez de una niña que verá el proceso de decadencia sufrido por su mitificado padre.

Una dicotomía impuesta y azarosa

La película fue rodada en 1983, constituyendo el segundo largometraje del director Víctor Erice. Se trata de una adaptación de un relato de nombre homónimo de Adelaida García Morales, en la que el director recupera motivos ya presentes en su primer filme “El espíritu de la Colmena” como la posguerra, la niñez y proceso de madurez.

En esta época fueron muchas las películas que miraron hacia la Guerra Civil española y la posguerra para reflexionar sobre el pasado más oscuro de España, que muchos de nuestros directores tenían muy reciente. A pesar de que la trama actúa de telón de fondo es importante el contexto en el que se desarrolla, ya que provoca y explicita la división del espacio, la ruptura familiar y la huida al norte.

El enfrentamiento Norte/Sur produce a su vez una escisión interior en el personaje del padre que, en cierta medida, divide la película en dos momentos. La primera parte se correspondería con la niña Estrella, interpretada por Sonsoles Aranguren. La niña tenía por entonces un concepto de su padre idealizado por la fascinación que su figura ejercía sobre ella. El símbolo de unión entre ambos personajes es el péndulo que el padre utilizaba para llevar a cabo su tarea de zahorí. La segunda parte, en que Estrella es ya adolescente, interpretada por una brillante Iciar Bollaín, se detiene a mostrarnos el deterioro sufrido en la relación paterno-filial a causa del distanciamiento que en cierta medida experimenta el padre respecto a la realidad vivida.

A pesar de esta división que he establecido, y que me pareció clara mientras visionaba el filme, el director Víctor Erice ha declarado en más de una ocasión que el guión fue pensado con una estructura lineal continúa que en ningún caso contemplaba dos etapas. De hecho, si había una segunda parte en la película nunca llegó a rodarse por problemas de financiación. En el final original Estrella viajaba al Sur y completaba así su proceso de madurez, al realizar el viaje que el padre nunca había podido llevar a cabo. Se daba a conocer ese pasado oculto de la figura paterna, que tanto misterio e intriga aporta a la historia, produciéndose además la reconciliación entre ambos personajes. Ésta obra que hubiera podido ser y nunca fue contenía la dimensión moral de la fábula inacabada.

La obra, tal y como es, tuvo una muy buena acogida de la crítica, lo cual dificultó que se llevara a trámite lo que en principio había acordado Erice con el productor Elias Querejeta: comprometerse para finalizarla.

A pesar de su carácter de obra inacabada no es ésta la sensación que queda al finalizar la película. La no clausura de la historia es interpretada como una apelación al espectador para que, conjuntamente con el autor, de sentido a lo vivido junto al personaje de Estrella. Se engloba así entre la multitud de películas que no se contentan con ofrecer todos los datos necesarios para su comprensión, que requieren un esfuerzo por parte de un espectador al que reclaman un papel activo. La película que constituyó la anterior crítica en este blog, Caché, es otra de éstas.

La actualización del Sur

El punto de inflexión en la trama ocurre con la llegada de la abuela y de Milagros, la mujer que educó a su padre. Este es el único momento en que el sur se materializa al margen de algunas postales y fotografías. El personaje de Milagros además es interpretado por Rafaela Aparicio que tantas veces hizo de andaluza en sus numerosos trabajos cinematográficos. Con ella se diluye la intensidad de la trama. Aparece como un soplo de aire fresco que cautivará con su gracia y desenvoltura a Estrella y a los espectadores por igual.

El día de la comunión y en especial el baile con el padre aparecen como los últimos y más felices recuerdos de la niña junto a éste. La presencia de estas dos mujeres del sur surte un efecto de choque en el personaje del padre que negándose siempre a volver al sur lo ha visto materializarse en el norte. A partir de aquí el sur no abandona nunca la mente del padre.

Los límites de la memoria

La película cuenta con un fuerte componente simbólico y metafórico. Todo se construye en torno a la sutileza, los silencios, los objetos... Lo explícito viene expresado mediante la voz off de la futura Estrella que se detiene a explicarnos esos dos períodos de su vida. Al tratarse de un relato en primera persona todo está impregnado de subjetividad y cierta distancia. Esta distancia es la producida por el tiempo transcurrido hasta el tiempo presente de la voz off, cuyos efectos se hacen visibles en la película a través de la forma un poco azarosa en que se suceden las secuencias. La luz también cumple con la función de evocar la forma en que recordamos: entre momentos oscuros de los que nos quedan vagos recuerdos y momentos de lucidez que recordamos con todo detalle.

Todo pasa por la mirada de la protagonista. Basta con recordar la magnífica escena de arranque en que oímos voces fuera de campo, recurso de peso en la película, mientras un espacio totalmente negro se impregna de la luz del amanecer que ilumina el cuarto de la protagonista. Como magistral también es la siguiente escena en que nos parece que se está repitiendo la primera para descubrir, cuando la luz hace su aparición, que, en realidad, en la habitación se hallan los padres cuando la niña aún se encontraba en el vientre de la madre.

La niña como demiurgo que construye y dirige la historia nos transporta hasta Ana Torrent en la película de Carlos Saura “Cría Cuervos”(1975). Salvando las distancias, sobretodo en relación a sus instintos asesinos, ambas remueven sus recuerdos para narrar cierta época de su pasado hasta donde la memoria les permite. En la película de Saura la niña está obsesionada con la madre con la que mantiene una relación póstuma, mientras que el ignorado es el padre. El caso de Estrella es el contrario, parece no tener recuerdos importantes de la madre a la que sólo rememora haciendo labores del hogar.

Otro proceso de recuerdo es el, ya señalado, sufrido por el padre. Este es desconocido por los espectadores ya que nunca se llega a aclarar qué es lo que le atormenta tanto como para perder la cordura y llegar a quitarse la vida al final sin tener valor para hacer frente a lo que fuera que ocurriera que lo empujó al norte. No se puede perder de vista que en la obra original sí que se conocía lo sucedido. Este mismo proceso, aunque envuelto en la decrepitud de la vejez, es el que presenta Antonio Hernández en su película “La cuidad sin límites” (2001). Fernando Fernán Gómez, al final de su vida y aquejado de alzheimer no puede dejar de recordar un hecho de su pasado que le obsesiona de tal forma que cada día revive esos sucesos. También en esta película asistimos a una reconciliación del hijo con el padre al comprender su pasado.

Quizá uno de los motivos por el que la película no ha envejecido es presisamente por tratar una temática que es atemporal: la forma en que el pasado afecta a la vida furuta, el sentimiento de culpa o vergüenza por no hacer lo que desearíamos haber hecho así como las relaciones humanas.

Un superhéroe atípico para una película única

El recorrido que propone la película es el mitológico viaje del héroe tan explotado en las películas de fantasía del Hollywood más comercial. En “El Sur” tiene lugar este “viaje” a través del cual la niña se convierte en mujer por la madurez adquirida de la experiencia vivida. Pero el estilo de Erice no puede estar más alejado de lo comercial: su forma de narrar, de mirar, la importancia de los planos estáticos, incluso de la quietud en el interior de los planos, dan una dimensión intimista a la historia que personaliza el recurrente viaje iniciático haciendo de la película una obra única.

La obra de arte es aquella que excede lo anecdótico, aquella que va más allá de la historia y de los mecanismos empleados para su representación llegando a crear una dimensión más profunda, dificil de describir porque tiene carácter inefable. Podemos saber que estamos ante una obra de arte cuando su contemplación supone una verdadera experiencia estética y esto es lo que ocurre con “El Sur”.


1 comentario:

  1. Hija, a ver si comentas alguna pelicula que haya visto yo y así poder contrastar. Sin embargo, muy buenas las críticas, ya sean a favor o en contra, me convencen para ver la película o no, como el caso de El gran Torino, que se me quitaron las ganas de verla. Sigue así guapa! Besos

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