martes, 12 de mayo de 2009

AnA y LoS LoBoS


Acercamiento a una realidad aparente

He de comenzar confesando al lector la distancia que me separa del director Carlos Saura y su trabajo, así como del panorama cinematográfico español de la época. Partiendo de la base de que me he documentado antes de hacer la crítica lo cierto es que considero que las herramientas de las que dispongo para hacer frente a este primer acercamiento crítico son reducidas pero intentaré llevarlo a cabo de la forma más rigurosa que me sea posible.

Cómo escapar a la censura

Carlos Saura nos presenta en forma de metáfora una radiografía del tardo franquismo en el que se concibe y da forma a la historia. En un momento en que predominaban las adaptaciones literarias y un cine comercial con especial protagonismo del género de terror Saura se acerca a la realidad de un tiempo confuso de aparente apertura en el que todavía la represión tiene un papel importante. Viendo la película uno se pregunta cómo pudo escapar a la censura, ante lo que se me plantean dos respuestas posibles:

- Al régimen le interesaba que se viera en el mercado exterior la libertad de la que gozábamos en España, asumiendo el riesgo de que sólo los sectores liberales entendieran la alegoría que se presenta en el filme

- O los censores no comprendieron la obra en su totalidad.

La realidad representada

Ana es una chica joven, extranjera, que viene a ejercer de institutriz de las hijas de Juan, a una casona española que se encuentra aislada del mundo. En ella conviven la mujer de éste, sus dos hermanos, Fernando y José y la madre de los tres varones.

Toda la acción se basa en lo aparente dejando al espectador siempre la decisión de creer si lo que ve, lo que hacen los personajes, lo que dicen es verdad o es solo una pose.

La casa es una transposición de la situación en que se encontraba España: aislada, gobernada por un personaje enfermo y en este caso maternal, única figura que mantiene unida al resto de la familia y fingiendo normalidad ante el exterior. La Madre –la mayúscula no es una errata- es el nexo de unión entre los hermanos que representan los diferentes estereotipos existentes durante el régimen franquista: el militarismo, la religión y la represión sexual. La llegada de Ana altera el orden de la casa, desatando los deseos más bajos de los tres hermanos que serán saciados con la destrucción, sino real, al menos simbólica, de la chica, es decir, de la novedad que trae consigo el peligro de subvertir el orden existente en la casa.

La obra de Saura ha estado vinculada a la realidad que le tocó vivir desde sus comienzos, aunque la forma de entender esa realidad y de acercarse a ella ha ido evolucionando como evidencian sus diferentes filmes. En Los Golfos (1959) se acerca de una forma objetiva, próxima al documental, a la vida de los delincuentes protagonistas, mientras que en La Caza (1965) la acción representa de forma metafórica una realidad mayor: la Guerra Civil. Además del componente alegórico va cobrando fuerza en la obra del director la mirada cada vez más subjetiva de la realidad, que alcanza plenamente en El Jardín de las Delicias (1970). En la obra que nos ocupa el director nos muestra su particular visión de la realidad que le rodea a través del personaje de Ana. Geraldine Chaplin da cuerpo a lo que el realizador concibe como la llegada de la libertad a España que es testigo y protagonista de los últimos coletazos franquistas. Saura proyecta su concepción interior de lo que a rasgos generales es la vida en España en la forma en que Ana mira y experimenta lo que ocurre a su alrededor. La película permite ver que Saura concibe la realidad como realidad fingida, como el teatro de la vida en que nada es real más allá de ser representación. Para resaltar esto en la película emplea la sobre actuación en la interpretación. En este aspecto destaca Rafaela Aparicio en su papel de madre sobre todo en la escena en que sufre una especie de ataque en el salón. El único personaje contenido es el de Ana interpretado por Geraldine Chaplin, que llega como la libertad llegó a España, silenciosamente y con los ojos abiertos a intentar infiltrase en el día a día de la familia.

La construcción de sentido

En la película toman importancia los espacios que también se erigen como símbolos. El primer espacio que vemos es el campo frondoso que atraviesa Ana para llegar a ese prado reseco en el que se encuentra la casa. Esto representa la frontera o escollos que era necesario atravesar para llegar a España, así como el aislamiento de la casa representa la situación hermética en que se encontraba el país. Otros espacios importantes son el estudio de José y la ermita de Fernando. En el primer caso se nos presenta un santuario al militarismo, un espacio en que José se siente seguro mientras que en el segundo estamos en un espacio sagrado, al que Fernando acude para estar alejado de las tentaciones. Sin embargo ambos espacios van a ser “invadidos” por Ana que restará seguridad a José y tentará a Fernando.

Los objetos tampoco escapan a ser representaciones, a veces premonitorias, de significados subyacentes. El dedal con púas que empleó la madre para conseguir que Fernando de pequeño dejara de chuparse el dedo nos informa de que el personaje ha estado reprimiendo sus impulsos o deseos desde que era niño, por causa de su madre. La muñeca mutilada por Fernando es una anticipación del final de la película, ligada a la obsesión de éste por el pelo femenino. Dejar a Ana sin melena implicaría despojarla de su feminidad y terminar así con la tentación. El traje de militar da a José cuando se lo pone masculinidad, hombría, seguridad, etc. La inseguridad le viene dada de la elección de la madre de vestirlo como una niña hasta una edad bastante avanzada. El pájaro falso al que dispara es una alegoría de la destrucción de la libertad- libertad aparente pues el pájaro no es real y muerte también aparente- así como premonición del desenlace. El personaje de Juan no tiene una trama simbólica tan bien construida como la de los hermanos. Las obsesiones de Juan se muestran de manera más directa a través de las cartas y sus encuentros nocturnos con la criada.

Una escena destacable por hacer explícita la influencia surrealista es la de la ensoñación en que José monta a caballo, Juan persigue a Ana con un colchón, etc. Aparecen todos los personajes y son desenmascarados pero se trata solo de una ilusión, de nuevo estamos en lo aparente. El surrealismo está presente en la película más allá de esta escena tanto en los temas tratados, como en la construcción de la metáfora y asociaciones establecidas entre los personajes, objetos, espacios, sus actos, realidad española, etc.

Al final ocurre lo que se apunta a lo largo de todo el largometraje, pero de nuevo estamos en una representación en la que lo que vemos no ocurre realmente. Se nos muestra de forma física y visualmente muy poderosa lo que supone la destrucción moral del personaje de Ana.

Este proceso de representación dentro de una representación, que por lo general esconde el cine para acercarse al realismo –y no me refiero al realismo como movimiento cinematográfico sino como realismo interno a las obras que construyen mundos posibles- es la característica principal de una película un tanto olvidada de Saura que debería tenerse más en cuenta.


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